jueves, 31 de agosto de 2006

Un soñador frustrado…

Pulgar de la mano derecha, a la frente, baja hasta el pecho, hombro izquierdo, hombro derecho y se besa el dedo. La costumbre que se repite cada vez que paso frente a la iglesia que está al lado de mi colegio. Y es, ciertamente, una costumbre…sólo eso. La oración antes de que comience la clase, como buen colegio católico, se repite cada día. Clases de religión todos los miércoles, estudiando y hablando sobre el Catecismo de la Iglesia Católica…Teorías y protocolos, con una frialdad y una seriedad que se aleja mucho de aquel tipo que quería que los niños se les acerquen (y no era ningún pervertido) y que de verdad se preocupaba por aquellos a quienes todos ignoraban. Ese que marcó la historia y que vino a traer un mensaje de alguien más, alguien según dicen, grande de verdad.
Cierta tarde, de esas nubladas que me recuerdan a mi infancia, me adentré en la iglesia, aprovechando el tiempo libre que tenía hasta que empiece mi clase de gimnasia. Es un amplio salón, con bancos de maderas y un altar de lo que parece mármol, y parlantes aéreos para que se escuche mejor la voz del sacerdote, y tiernas estatuas de santos: La virgen María, hermosa mujer; y los patronos de la Iglesia. Y en el centro de la pared, justo detrás del altar, una cruz muy grande de madera, con un Cristo dolorido.
Me senté, como pocas veces, esperando que él me entienda. Yo no sé si es una hiper-fábula de dos mil años, o un personaje que verdaderamente existió. Pero sus acciones, sus mensajes, y lo que yo creo que quiso hacer me hacen sentir simpatía, mucha simpatía, por él. Y él, sabiendo esto, aceptó por primera vez bajarse de su cruz. Arrancando sus manos de la pared y haciendo muecas de dolor, se liberó de la cruz en la que lo puso el artesano que la labró. De un ágil salto, llegó hasta el suelo, y miró desdeñosamente el altar de lo que parece ser mármol. Y se sentó a mi lado, sin más ceremonia.
-Hola- le dije, pensando que si yo hubiese nacido 2.000 años antes, me hubiera enamorado de ese tipo. Sí, de en serio.
-Hola- contestó, sonriendo con una sonrisa en la que no participaban sus ojos. Porque en sus ojos hay un secreto, hay un misterio, que lo hace sonreír; pero también hay recuerdos de traiciones e indiferencias, de dolores y de malas intenciones. Yo creo que sí, y por eso, sus ojos no sonríen.
Nos miramos sin saber que más decir. Yo ya le había contado, en mis tiempos de soledad, que estaba pichada con el mundo. Él me entendió, estoy segura. Él seguro adivinó mis sueños, y por eso se esforzaba por hacerme sonreír con sus propias sonrisas… Aunque mi profesora de Religión lo haga ver todo más complicado y organizado, si hay un Dios hay que sentirlo, no estudiarlo…
-¿Pensabas que iba a ser como es?-me salió preguntarle lo que tantas veces me pregunté. No hacían falta más presentaciones, más frases de cortesía. Él sabría a lo que me refería, porque siempre lo miré en la misa cuando el cura se viajaba hablando de ofrendas y obispos y fechas importantes para la Iglesia.
-Para nada. Yo soñaba otra cosa.-me contestó, como suspirando, pero de su boca de madera no salía nada de aire.
-¿Qué cosa?-me intrigan los sueños ajenos. Tengo la esperanza de encontrar a alguien que comparta el mío.
-Soñaba con que todos volvamos a lo importante, únicamente cultivando el espíritu y viviendo el día- me miró, entendiendo que yo no comprendía nada.-Quiero decir…lo más importante de esta vida no es adquirir muchos bienes o tener fama o…esas cosas que muchos buscan. Vine al mundo en una época en la que se habían olvidado de lo importante: de amarse y de vivir libremente, pero juntos, todos juntos, de la misma manera…Vos sabes, sin todo este lío, sin tanta complicación innecesaria, sin la competencia o el rebusque para ver cómo sobrevivir en el mundo organizado…Un verdadero sueño, difícil de entender…
-Pero…progresamos, por eso…Avanzamos y se complican las cosas…-como crecer, sin más vueltas. Obligaciones, responsabilidades, cambios.
-No, no me niego al progreso. Pero sí al egoísmo, a esa situación en la que pocos tienen mucho y muchos tienen poco, y varios no tienen nada. Eso no es progreso…es algo dañino. Así estaban las cosas cuando yo vine acá, para hacerles recordar…que se amen, que vivan de verdad y que dejen vivir a los demás…Eso debió ser real, no un sueño más…Las cosas estaban tan mal, y yo sabía que debían cambiar, lo soñaba, lo deseaba. Y compartí mi sueño. Pero…vos sabes, no me dejaron cumplirlo.Las cosas quedaron así, más revueltas.
-¿Y ahora cómo están?
-Mucho peor…- en sus ojos de madera se adivinaba la tristeza, esa misma que tenemos los que nos sentimos impotentes ante lo que nos daña. Yo sabía que él tenía algo en común conmigo...Algo.

Quedamos durante largo rato mirando la cruz vacía en la pared. Es que…es algo horrible, un símbolo de tortura y muerte que representa a una religión entera. Nada del amor y la paz de la que nos contó, del respeto a lo natural y a lo que nos dio vida, nada del alma que busca mejorar…De esas cosas muy pocos nos quieren hablar, y nos acosan con la cruz y el dolor y la injusticia que él padeció, mientras hacemos de cuenta que hoy está todo bien, o todo lo más posible bien. Hay tantas cosas que buscar y que hablar, y cambiar, todos juntos, unidos…

-Cuando yo las dije, me mataron.-sí, el me entiende…- Y me usaron, una vez muerto, crearon esto –y señaló las paredes de la, tengo que admitirlo, hermosa iglesia.- Pusieron mis palabras en su boca, y las cambiaron sutilmente, año tras año… Lo complicaron todo, lo volvieron algo triste y feo…Celebran mi cumpleaños, siendo que cuando nací a casi nadie le importó; y viven la fecha de mi muerte como si se sintieran mal de verdad, pero viven con la imagen de mí en una cruz, injustamente asesinado, y eso les da paz…-dos mil años de bronca acumulados empezaban a bullir a mi lado. Soy tan torpe con la gente, y más si está alterada-.
-Pero dicen que eso tenía que pasar…Que era un designio de Dios, que estaba planeado que sea así!...-Años de educación religiosa a veces se imponen a mi poco sentido común.
-Y…Era lógico que pase. Pero nada tiene que pasar entre las personas, como si fuese un hecho inevitable... ¿Te das cuenta? Culpan a Dios o al destino o a la suerte de las desgracias y de las cosas que suceden y que ellos no pudieron impedir. Y no intentan prevenir otras desgracias peores…Todo depende de ustedes…No quisieron escucharme, me hicieron callar porque si me entendían bien, muchos ricos se verían empobrecidos, y todos deberían haber cambiado su forma de vida. Mejorarla, en realidad…Dije cosas que eran ciertas, sencillamente ciertas…
-Y hoy nadie dice nada…
-Dicen, ¿pero quién los escucha?-Apartó la vista del techo, y mirando a través de la ventana de vidrios de colores (¡por milagro, abierta!) me señaló un pájaro que saltaba en un árbol, de rama en rama- Maravillosas criaturas, todas poseen un alma adentro. Eso es lo que nos hacen iguales, eso tenemos que cuidar…Es lo único que perdura, lo más importante que tendrás siempre…
-La tuya… ¿Dónde está?
-Donde estarán todos alguna vez-Me miró sonriendo, y se paró para volver a su cruz. Antes de subir, se dio vuelta y me dijo- Aprovecha tu vida, querida. Es una sola…Y sueña, eso nos hace vivir con más ganas…Vos quizás me puedas entender. Nos vemos este viernes- Lo miré sin entender. Me guiñó un ojo-Misa.

Subió a la cruz en la que pasará toda eternidad, porque a la iglesia le viene bien ese símbolo atormentador para recordarnos nuestros pecados. Ubicó las manos en sus clavos falsos, y sonriéndome, volvió luego a su pose habitual.
¡Qué tipo lindo! Quizás nos entendamos mejor; quizás el comparte mi sueño…

Llegué tarde a Gimnasia, por supuesto.

Cuento de Fer.

Este es un cuento que escribio un chico llamado Fernando. Me lo mandó por MSN, y ahora se lo publico porque... porque sí, es lindo. :)

Sentado en la habitación uno siente el frío que penetra a través de las ventanas. Allí se encuentra sentado, solo y calmado, sin que pensar ni que decir.
Esta solo y no sabe que razonar, se siente como un pequeño gato en medio del desierto del Sahara, no entiende las causas que tiene para vivir.
De pronto comienzan las ideas, solo piensa en lo que esta llegando, lo que puede llegar a ser algo bueno y que tan solo tenga un sutilísimo detalle de positividad.
Tan solo una positiva espera tiene Marcelo, solo piensa en eso y nada mas. Se levanta lentamente de su silla y mira a través de la ventana que cosas nuevas surgen en esa ciudad que esta amaneciendo. Esperando que se prenda la luz de cada hogar mientras el aguarda arriba en el piso numero 4 a oscuras y en silencio.
Comienzan a prenderse las luces de los hogares y es cuando Marcelo sabe que tiene que hacer, su rutina comienza como siempre, se dirige a la cocina a través del estrecho pasillo, llega a una puerta, la atraviesa y llega a ese gran y dulce lugar, la cocina.
Prepara un café con tostadas, lee el periódico y piensa que será de su vida.
El café es fuerte, y esta tibio, las tostadas normales como siempre.
Una vez acabado su desayuno, se dirige a través del pasillo hacia su cuarto, ingresa como de costumbre y con sus manos abre su armario, elige un pantalón gris y una remera blanca como lo habitual, se coloca un poco de perfume y luego se agacha a buscar sus zapatos debajo de su cama, los encuentra y se los pone.
Se dirige al baño a asearse.
Quince minutos después sale y se dirige a la puerta de entrada, mira su reloj apresuradamente y ve que las agujas marcan las seis.
Marcelo sale y cierra con dos vueltas la puerta; baja las escaleras corriendo y sale por la puerta de acceso al edificio.
Corre por las veredas sin saber a donde ir, cuando tropieza con una piedra, desesperado se levanta y sigue corriendo ya que no puede perder tiempo, ¿Tiempo? ¿De que?..Si no sabe a donde dirigirse..
Pero a estas preguntas hay una buena respuesta.
Marcelo llega a una bajada y se sienta en un pequeño escalón de tal forma como que si siempre lo usara para sentarse.
Con una leve sonrisa mira hacia un edificio de color rojo, grande y calido.
Espera con muchas ansias la llegada de algo. Como si fuera una imagen que quiere ver.
Una ventana se abre y sale esa figura que Marcelo estaba esperando, ella es una dama y al verlo le hace señas con su mano y Marcelo asiente con su cabeza, como si fuera que la entiende.
Ella baja corriendo y lo saluda con un fuerte abrazo, ambos caminan sin parar y dialogan un poco:
_: ¿Cómo estas Laura?
_: Bien, algo agitada.
_: Entiendo.. Yo estoy esperando un buen día.
_: Espero que puedas cumplir tu deseo.
_: Si yo también, solo pienso en seguir adelante, pero ya no tengo casi esperanzas.

Al oír esta respuesta, Laura abraza a Marcelo y siguen caminando.
Laura jamás se imaginaba el problema que tenia Marcelo. El sentía cosas realmente fuertes, y difíciles de explicar, y más aun para explicárselas a Laura.
Marcelo poseía sentimientos mas allá de una amistad normal para con Laura.

El estaba perdidamente enamorado de ella, no comprendía como no podían estar juntos, hasta ya estaba en un grado de locura del amor, que llegaba a pensar cosas, las cuales surgían a causa que estaba enamorado de ella.

Ahora Marcelo cantaba, y el lo notaba, y se decía para si mismo que lo hacia porque estaba enamorado, porque la amaba a Laura, por solo sentir el viento, y ya pensaba que todo era distinto.
Eran formas de actuar muy extrañas y no habituales para Marcelo.
Se sentía como un gran pez nadando en el mar y que ya tenía un compañero para nadar.

A pesar que la visita de Laura era corta, el seguía con la mente en positivo y muy grande, siempre para adelante, y no dejarse decaer por el simple echo de saber que ella volvería a su respectivo hogar.

Caminando llegaron a parar a unas escaleras de un edificio, se sentaron y siguieron su charla. Marcelo por cierto estaba muy nervioso, pero a la vez el notaba que ella también lo estaba.

Cortas charlas se presentaban, pero el tiempo parecía pasar tan lento, ya que estaban tan juntos y un momento tan lindo como aquel ya era difícil de presentarse.
Marcelo no quería que acabara jamás ese momento, pero luego Maria, quien estaba con ellos a partir de ese momento, decidió que caminen juntos por la ciudad.
El plan de Maria funcionaba a la perfección, al comienzo del camino ella lo puso en marcha, dijo que debía retirarse y hacer cosas muy importantes.
A continuación de esto Marcelo quedo solo con Laura, no hablaban mucho, debido a que los dos tenían mucha vergüenza ya que no tenían tanta confianza..

Ingresaron a un salón algo alocado y estuvieron esperando, pero la espera se hacia infinita..se miraron y decidieron salir de allí.


Marcelo estaba con ella, nuevamente decidieron caminar.
Hablaban de muchas cosas, y a la vez se conocían mas aún de lo que ya se conocían, tomaron confianza al instante y ya hablaban con tal liberación.
Al hablar tanto y tan concentrados en ellos olvidaron por donde caminaban, que a la hora de acordarse llegaron al lugar perfecto.
El lugar donde uno puede ir solo o acompañado, con la persona tan especial para uno, donde despejas tu mente, la dejas libre.
Una escena muy romántica se presentaba para Marcelo y a la vez para Laura, según como lo notaba Marcelo.
El cielo estaba nublado y caían algunas gotas, el lugar estaba despejado de gente y a orillas del río enlazaron sus mentes en un lecho de amor que crecía a cada instante, juntando sus labios y tomados de las manos despidieron el sol.
A causa de esto la Luna festejo tirando gotas a cantidades, y cuando terminaron se abrazaron y decidieron volver a sus respectivos hogares, pensado y recordando la hermosa escena vivida.
Marcelo estuvo mas feliz que nunca, pero la parte dolorosa fue cuando se entero que Laura se iba de nuevo a su casa, ella viajaría nuevamente hacia su lugar de vida.
Ella llego a su casa, pero siguió comunicándose con Marcelo, y al mantenerse en contacto se sentían acompañados, Marcelo nunca estuvo tan feliz de haber conocido una persona como a Laura, era la única de ese tipo que había conocido, y pensó y sigue pensando en estos días que la escena romántica que tuvo con Laura fue la única y mas linda que haya vivido en toda su vida…

FIN



‘Recuerdos’ por Fernando Alessio.



En fin, ahí está.
:)

Bueno Fer, segui escribiendo. Es algo lindo, y ayuda a ordenar un poco los pensamientos.
Cuidate.

miércoles, 16 de agosto de 2006

Llueve Otra Hermosa Vez (:

Hace un año me emocioné mucho mientras llovía, y escribí bastante sobre ello.Y hoy vuelve a llover, y recuerdo cómo si fuese ayer las canciones que sonaban mientras yo hilvanaba frases que retraten lo mejor posible todo lo que sentía. No sé si la rapidez con que pasó el año se debe a mi dependencia a este aparato, o mi costumbre de melodramatizar todo lo que me pasa. Como sea, hoy vuelve a ser un agosto con lluvia, posterior a un veranillo que parecía infinito, como siempre parece lo que nos gusta mucho, cuando estamos en armonía.

Mi ciclo vital sigue cumpliendo las mismas funciones de siempre. Me acostumbré a agradecer silenciosamente lo que poseo, lo que siento y los regalos que algún ser superior y amable (o una seria de casualidades) puso en mi camino. Sigo protestando, sigo creciendo, sigo olvidando lo que quiero recordar y recordando lo que quiero olvidar... sigo perdida en sensaciones absurdas, que me dicen que son típicas de esta edad juvenil...
Benditos los momentos que no soy tan fatalista y me río de verdad, olvidando mi temor y mi certeza de ser una más en un planeta de un montón.
Soy del montón que no quiere ser parte del montón, soy otra soñadora de otro mundo mejor, especial, diferente y feliz. Tan feliz que parezca absolutamente infinito, y que no quepa duda que nunca va a terminar ese estado.

Y vuelve a llover, cumpliendo el ciclo del agua. Hoy ya no quiero hablar más de mí, y como no sé de qué hablar, voy a ver si me sale un relato...improvisado....


Uno se acostumbra a vivir con las cosas que no pueden cambiar y nos hacen mal…Es lo peor que podemos hacer, resignarse a sufrir.
En la mente de Daniel estaba grabada esa consigna: aguantar, que nada se puede hacer. Y así pasaba los días, de la casa a la escuela, de la escuela a la casa, de la casa a veces a lo de algún amigo…En sus caminatas cortas por la ciudad, buscaba siempre en los rostros de las personas algunos rasgos conocidos. Más que conocidos, amados; parecidos a los suyos…En el bochinche de los autos y los gritos urbanos, esperaba oír una canción cuya letra no entendía pero que poseía una melodía inolvidable…
Tenía ocho años y dos huequitos negros en la boca. Hacía unas semanas se le habían caído esos dientes, y su papá olvidó la visita que el ratón Pérez debía hacerle. Eso, y su cumpleaños, y el conocido día del niño. Pero Daniel entendía las razones por las que su papá olvidaba esas fechas, y con una sonrisa desdentada agradecía el tardío saludo que recibía. Sabía que los abrazos de papá no se los quitaba nadie, y que no debía entristecerse por la falta de regalos. No, por eso no.
Las tardes de los miércoles eran especiales para él. Papá no trabajaba y se quedaba en casa todo el día; y le dedicaba toda la tarde a él. Juntos jugaban como dos niños, haciendo que la tarde parezca tan corta y feliz. Porque Daniel pensaba que los momentos felices eran cortos y débiles, capaces de ser rotos con un soplido maligno, o con una bala perdida… Los miércoles eran ansiosamente esperados, y era cuando su papá no vestía traje y apagaba el celular, días donde al llegar a casa no estaba la chica que lo cuidaba, sino su papá, que le cocinaba y le preguntaba cómo le había ido en la escuela.
Daniel deseaba que no existieran los otros días, y que no hubieran oficinas ni jefes ni celulares ni horarios ni gente violenta. Sólo tardes de sol, y tiempo libre, y lápices de colores, y un papá feliz y libre. Y mamá, de nuevo, con su voz armónica y su cabello largo…Hacía un año que mamá no cantaba.
Había crecido tanto en un año, y aunque todos lo notasen más alto y más maduro, nadie sabía que él por dentro seguía siendo el chico de seis años al que le gustaba ser arrullado por la voz maternal.
Otro diente estaba flojo. Él mismo notaba muchos cambios en su cuerpo, su cabello más oscuro y largo, los zapatos que ya le apretaban, los pantalones que cada vez dejaban ver más el talón…Además, leía rápidamente, y dibujaba muchos personajes de la TV con los lápices que el supuesto Papa Noel llevó a casa de los abuelos. Sabía sumar y restar, y podía escribir muchas frases. En la escuela le enseñaron a cantar canciones patrias, y a entonar bien finito cuando hiciera falta.
Y todas estas cosas las quería compartir con mamá, que era quien le había enseñado a escribir su nombre y atarse los cordones, y hasta le empezó a enseñar una canción en italiano…Daniel solo recordaba la melodía, y el tono de voz de su madre, que le producía como cosquillas, pero muy dentro del pecho.
Pasado el miércoles, ya terminando la semana, papá lo levantaba temprano. Domingo, un día en el que no se acostumbra madrugar tanto. Pero él no se quejaba, y silencioso se dirigía al baño y luego a desayunar. Papá hoy tampoco vestía traje, y al costado de sus ojos enrojecidos se marcaban las arrugas de su temprana vejez. Daniel le daba dos besos, y un abrazo bien fuerte. Después subían al auto, y Daniel dormía en el asiento trasero. Un largo viaje los esperaba…Papá ponía música italiana, y Daniel intentaba reconocer la canción…Pero siempre terminaba dormido en el segundo tema, y sólo se despertaba cuando sentía el olor a pasto mojado, siempre mojado por el rocío.
Bajaban del auto con los bolsos donde había sanguchitos y lápices y dibujos. Hoy también es un día especial, piensa Daniel mientras compran el ramo de crisantemos.
Duda como siempre en preguntarle a papá sobre la canción, pero desiste enseguida…No se anima a hablar mucho.

Tomados de la mano, caminan hacia el final del cementerio, donde al lado de un rosal descansa mamá, tan joven y eterna como aquella tarde, en la que cantando recibió una bala perdida.

En esa parte, papá me dijo "DORMITE YAAA"...

Y llueve tan hermoso, otra vez...