domingo, 2 de septiembre de 2007

Desvaneciendo las paredes de humo...

Quizá todo sea por las pastillas que estoy tomando, por darle el gusto a mi madre...
O los ensayos de la Estudiantina, dnde golpeo lo más fuerte que puedo un tambor inmenso, al compás de un ritmo simple que me costó mucho aprender...
O que hace calor, y eso me pone muy contenta...
O haber conocido un lugar tan mío, mío desde su función hasta su decorado, mío, como yo, como yo en la ciudad...

O no sé, no sé a que atribuir mi repentino optimismo, mi nueva alegría.
Y llegué a esta alegría repentina pero turbulentamente...

Hoy lloré escuchando una música sin canción, ruidos desordenados y armoniosos, que me hizo recordar muchas escenas, imaginadas o vistas en películas, de gente moribunda en plena agonía...Despidiéndose de todo lo que la rodea, sabiendo que es un momento crucial y que no puede evadir, lleno de un poder inmenso y contra el que no puede luchar...Pequeños, más que nunca, cuando la muerte nos viene a buscar, nos lleva aunque no queramos.

Hay personas que parecen amigarse con la muerte, con el hecho de fallecer, con la fantasía de morir, con el final de la vida en la tierra... Sucede cuando se llega a viejo, y se notan las diferencias con la lejana juventud. Cuando te sentís solo, sin los amigos con los que reías infantilmente; cuando tu cuerpo entero empieza a gastarse y cansarse más de lo debido; cuando ya las arrugas de tu rostro te producen rabia... La muerte se vislumbra a lo lejos, y cada día se acerca más. Es una dama linda, con una sonrisa en el rostro y una mirada de compasión, como esas vírgenes cristianas de las estampitas. Viene caminando, y te tiende la mano, y ambos saben de que pronto deberás acompañarlas. En esos casos, la muerte es como una amiga que acompaña y espera....Espera que sea la hora exacta, y se levanta de la silla donde se sentaba junto a tu cama para hacerte compañía, te toma de la mano, y juntos parten hacia algún lugar. Paz, sólo eso se siente, paz y calma da esa mujer en esos casos.

Otras veces, la muerte se ve obligada a aparecer de repente, llevándose a gente que no la esperaba. Jóvenes e inocentes, cruzando una calle o luchando una absurda guerra; o en medio de un enfretamiento humano del que cualquiera querría escapar... La muerte se asoma en cada peligro, y con una mueca de dolor arrebata de la tierra a los jóvenes a los que la hora les llega inportuna. ¡Que bronca, rabia, dolor, tristeza sienten las familias y amigos de jóvenes muertos!.

Cuando fantaseo con mi muerte, sólo pido que no sea pronto. Que falte mucho mucho, le ruego a esa señora de mirada serena que me espere, que yo la respeto pero que quier vivir más y más, quiero hacer tantas cosas...

Y en medio de esas reflexiones, pensé...

Y recordé de pronto todas las cosas que dejo oxidarse en mi corazón, que entraron un vez y quedaron ahí, intocables e imperturbables por los factores externos, pero descuidadas por mí.

Cosas valiosas que de cierta manera poseo: familia, amigos, risas, motivos para ser feliz, sueños, ganas de cumplirlos, esperanzas...Buenos deseos.

Y reí, lloré, la ciclotimia de siempre.
Tengo todo lo que podría desear. Si pudiera elegir algo más, no sabría que pedir, no sabría que decir... ¡Estoy tan llena, yo que pensaba estar vacía!


Soy tan tan necia a veces, que paso por alto las cosas valiosas, que olvido y omito todo lo que me haría feliz si sólo se lo dejase. Dejar las fantasías y empezar a vivir, con esto....

Todo depende de mí, hoy más que nunca.
Hubo cosas que no pude evitar, motivos habrá habido para que fueran como fueron...

Hoy mis días son destellos nuevos, ya no tengo que lamentarme por perder tu risa.




*Este post, de nulo valor literario, quedará para cuando vuelva a sentirme mal*