domingo, 12 de agosto de 2007

Ilusión I.

La ruta será nuestra, desde nuestro principio hasta nuestra meta. Todos nuestros, completamente, también serán los momentos que viviremos lejos de la pequeña ciudad.
Ya nos imagino armando las carpas, ya nos veo riendo bajo el sol de la tardecita, y contando las estrellas en la madrugada, y preparando todo improvisadamente para sobrevivir allá. Las bromas, la alegría, los recuerdos viejos, las nuevas vivencias. Las similitudes y las diferencias entre nosotros, siempre en roce gozoso.

¡Cuántas ganas tengo de que llegue ese día!
El día en que escapemos hacia la naturaleza.
Sí, en que la conozcamos en nuestra piel, que nos llene los ojos y alborote los sentidos.
Llegaremos y nos recibirá con sus rayos. La madre nunca abandona al hijo, siempre tiene lugar en el regazo para nuevamente recibirlo. Una madre no se enoja, la madre lo perdona todo.
Será hermoso el reencuentro con ella, con la primigenia matrona de todas las estirpes humanas.


No necesitamos grandes presupuestos para ese evento irremplazable.
Bastará con llegar allá, caminado si es necesario, peregrinando de esa manera al templo improvisado de nuestros maltrechos sueños.
Seremos felices allá, tan solo eso.


Tan felices, que quizás llueva como bendición del cielo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Efectivamente, y concorde al titulo..Ilusión..