miércoles, 29 de octubre de 2008

Pasa el tiempo....

Y no lo digo sólo por mí.

No es la primera vez que me pasa.
Pero no deja de sorprenderme.




Mi primera gran decepción, fue con Nito Mestre.

Verlo jovencito, melenudo, cantando en Sui Generis con Charly.

Lo vi y me dije "Que bello ser!".






























Entro a Googlear su nombre, por supuesto,
para encontrar fotos y deleitarme
y me aparece este señorcito.

Mentalmente saco las cuentas. Es lógico, era un pibe en los 70 y ahora...

Un viejito simpaticón, buen músico, claro.

Pero yo buscaba fotos de él porque además me parecía lindo.

Pero está viejito, y me recuerda a un abuelito, y todavía no me gustan los abuelitos.
Chau Nito.









Lo de hoy fue peor, porque yo estaba preparada para encontrar a un tipo grande, sino viejo, pero no justamente a este tipo, que me resulta familiar de algunas propagandas.

Terminé de ver "La noche de los lápices".
El actor del personaje Pablo Díaz me parecía en exceso tierno,
y por más banal que sea mi comentario en comparación con la seriedad de la peli,
también me parecía muy lindo.

Lo Googlée.
Esta es la única foto buena de él que encontré, siendo jovencito.
Lindo, me recuerda a uno que trabajó en la novela "Costumbres Argentinas", el que era hermano de Tomás Fonzi.

Rafa, se llamaba.




Y sigo mirando fotos.






Y me entero que este actor, llamado Alejo García Pintos es

actualmente



este personaje de "Casi ángeles".



No, no miro esta novela argentina, porque no me parece para nada interesante y podría decir muchas cosas negativas de ella.


Pero es sorprendente cómo pasa el tiempo, y cómo cambian físicamente estas personas.
Claro, comentario tonto, seguramente cambian en todo sentido, pero lo chocante es "conocerlos" en imágenes de su juventud, bellos, luego verlos y sólo atinar a decir "epa, y claro, pasaron 20 años..."

Otros actores que quizá alguien quiera googlear para comparar los cambios:

  • Patricio Schiavone, actuó en Chiquititas 1998. Tenía el cabello largo y los ojos claros. Encontré una foto de él con cabello corto, y ya no me parecía tan lindo...No sé si siguió actuando, por lo menos no me enteré de nada protagónico o comercial.
  • Ezequiel Cavia, actor de la peli "Rapado". Lo pude ver en un especial "diez años después de Rapado", o algo así. Y el pibe que se rapaba creció, ya no era el mismo chico sencillo que escuchaba un CASETTE de 'estrella roja' o que paseaba por ahí con su moto... Y meparece que también había perdido ese encanto que tanto me llamó la atención en esta peli.



No sé nombrar otras grandes decepciones del paso del tiempo, pero sé de uno que aunque envejezca sigue siendo sexy y sensual.






jueves, 23 de octubre de 2008

....


Y me fui encerrando más y más en mí...
Y me fui cansando de sentir....

No le busques una explicación

Es mi día fatalista,

No preguntes,
yo sólo quiero dormir una eternidad

Y soñar un nuevo despertar




Todo el mundo está buscando algo

Algo que nos libere de prejuicio y frustración

Que nos contagie el virus De sembrar buena intención



Nuestro brillo se extingue...
Somos como caballos
Que mueren potros
sin galopar



A brillar, mi amor
,
Vamos a brillar





Este es un rejunte de frases de canciones que hicieron los chicos de Attaque 77.
Es increíble escuchar tus propios pensamientos, abstractos, en sus voces y entre sus histéricas guitarras...Decir "flaco, ¡¡¡me entendés!!!"


ya ya ya, llega la mitad de la tableta.


L

sábado, 11 de octubre de 2008

Reflejos.





cuando comencé a escribir esto, lo hice porque hace rato no escribía nada como un cuentito. y no hace mucho, un pajarito golpeó en mi ventana y se fue.
Cuando estaba por la mitad del cuento, y ya planeaba el final, recordé que... una vez sucedió algo así en mi casa, sin tanto sentimiento y tanta trama.
Habrá sido, hace un par de años, o más, un gorrioncito rescatado de algún lugar, en una jaula.


bueno, shhh, ahí va.





-ese reflejo de luz en medio de la pared de la casa, un batir de alas similar al mío... ¿será, acaso, un compañero que se acerca?, un cielo detrás de él, me acerco y él parece mirarme y acercarse, somos tan iguales, somos tan lo mismo.... ya casi podemos tocarnos, acelero mi vuelo y.-


El pájaro chocó de lleno contra la ventana, como tantos otros que en ciertas horas del día ven el reflejo del cielo en las ventanas. Esto sucede cuando la luz del interior de la casa es menor a la que hay en el exterior, y esto casi siempre es así. Abrimos todas las ventanas o prendemos todas las luces, pero no podemos igualar la iluminación del exterior; y quedamos tristes en nuestras penumbras de fluorescentes, deseando un poco de sol, deseando hacer luz.

El pájaro se vio engañado con su propio reflejo. Se golpeó contra el vidrio de la pieza del niño, cayó al patio que estaba diseñado para almuerzos con toda la gran y empolvada familia y fiestas elegantes, pero que no tenía como objetivo ser patio de juegos, lugar de recreación, espacio verde y personal para deleite de los habitantes. Un patio llanamente verde, con cuidadísimas e insulsas flores. Con el ruido, el niño se despertó de la siesta; es un crimen dormir cuando el día está tan hermoso y se es tan joven. Esto lo sabemos bien, es uno de esos saberes innatos, intuitivos. Se calzó las zapatillas y fue corriendo al patio dispuesto a averiguar qué lo había despertado.

Encontró el cuerpecito justo bajo su ventana. No se animaba a tocarlo, no estaba acostumbrado a estar en contacto con animales, y ya lo imaginaba muerto o muy herido, y en cualquier caso no sabría qué hacer. Estuvo observándolo por espacio de unos minutos, absorto, contemplando los colores de sus plumas, imaginando la frágil estructura ósea (recordando los huesitos del pollo que tanto le gustaba comer). El pecho del pajarito todavía se movía, levemente, pero demostraba su debilidad, cada movimiento era tenue y lento. El niño consideraba que el pájaro era un frágil muñeco de cristal cubierto de plumas, herido, roto, en su patio donde nunca nada se rompía porque nunca se jugaba con nada.

Cuando las cosas se rompen...
Y esto también lo sabemos bien, no vuelven a ser las mismas de antes. Sobraban las experiencias anteriores de juguetes desarmados o quebrados. Llamó con gritos desesperados a su madre, a su padre, confiando en ellos para poder repararlo, curarlo, volverlo a la vida.
El niño setía la abismal diferencia entre un juguete roto y un pájaro herido.

Papá lo levantó con un trapo, lo puso en una caja y se fue. Mamá quedó tratando de calmar al niño desconsolado, qué decirle, qué ofrecerle, qué darle para que no llore. Se sentaron en el patio, en un sector de sombras, y se quedaron juntos hasta que las sombras se distorsionaron y cubrieron toda la casa.

Papá regresó cuando la luna estaba brillante y completamente redonda sobre sus cabezas. El niño ya no lloraba, sollozaba junto a la madre que nunca antes lo había visto tan triste, innalcanzable en su tristeza. La madre también había llorado.

Volvió en una jaula. Volvió con el ala rota (irreparable). Volvió asustado, volvió sin entender qué, porqué...
El niño sólo lo miraba, mientras los padres hablaban. Sentía, otra vez sólo sentía, que el pájaro estaba incómodo y tan triste como él había estado. Pero estaba vivo, y eso era lo más importante.


Pasaron meses, en los cuales el pájaro entendió, comprendió con su inteligencia animal, que el niño era su amigo. Era él quien le daba de comer y quien se quedaba mirándolo, tratando de comunicarse de una particular manera. Casi no le hablaba, pero se notaba cada día que se esforzaba más y más por acercarse a su pequeño huésped.

El niño crecía en responsabilidades y madurez. Hizo del patio su lugar, llevaba a su pájaro en su jaula y a sus juguetes o tareas, los ponía sobre la mesa de las grandes comidas, y juntos volvían a ver cómo se distorsionaban las sombras. No venían otros pájaros, quizá por el niño, quizá porque no había árboles en el patio y las insulsas flores no los convencían; esto ponía tristes a ambos. Cuando la luna aparecía, el niño entraba a la casa. La jaula quedaba colgada afuera, protegida por un trapo,el pájaro se veía protegido de los primeros rayos del sol que alguna vez supo disfrutar.

El ala no sanó, el pájaro se acostumbró a su vida enjaulada, a su amigo silencioso de mirada penetrante, los padres aceptaron las peticiones del niño que ya dejaba de ser un niño (una jaula más grande, quizá un compañero). El tiempo pasó, y el niño a pesar de crecer no descuidó al pájaro, no se olvidó de él ni un solo día.




-*Acá Termina, para los que gusten de Finales Felices*-

*-Acá empieza el Final Triste-*



Las fiestas familiares no se suspendieron, el patio tenía que ser arreglado y dispuesto para recibir a los distinguidos tíos y las notables tías, y a un montón más de viejos que venían a pasear sus rencores y hacer desfilar sus pobres felicidades de joyas y autos. Los padres no podían descuidar a la familia, y la familia tenía estas clásicas y tontas celebraciones. El niño, que ya era un joven y tenía una sombra de varón sobre el labio superior, no gustaba de estas reuniones, pero igualmente asistía. Ocultaba la jaula en su habitación, donde él creía que estaría seguro.

Una noche de estas fiestas, la jaula fue colocada junto a la ventana. El joven notó que el pájaro no estaba somnoliento, como era habitual a esa hora. Lo miró un largo rato, y pensó que quizá debiera dejar la luz encendida, como si el pájaro fuese un niño con miedo de la oscuridad. Prendió una lámpara, sonrió al pájaro que lo miraba fijamente y que de haber podido, hubiese sonreído; y se fue a sumarse a la esplendorosa fiesta en su patio.



La oscuridad de la noche apenas se veía ilmuinada por las luces de la fiesta de abajo. El cielo estaba oscuro y sin estrellas, las copas de los árboles vecinos formaban un telón de sombras que se veían por la ventana. Y la lámpara, casi junto a la jaula, reflejaba las formas de la habitación en el vidrio.

El pájaro se vio reflejado.
Habían pasado tantos años desde la última vez que vio a alguno similar a él.
Asomó el pico a través de los barrotes, batió las alas como no lo hacía desde hace mucho. Notó que el otro también estaba enjaulado, y que batía las alas, y que asomaba el pico, y que se esforzaba por alcanzarlo. Y el esfuerzo era mutuo, más se esforzaba él, más se esforzaba el otro. Esta situación de esfuerzo por alcanzarse lo reconfortaba, le daba fuerzas para luchar y luchar, tratando de salir por los estrechos barrotes.

- Si salgo, llegaré a él, si me esfuerzo un poco podré estar a su lado. Aunque cueste, aunque duela, aunque deba dejar mi ala inútil y varias plumas de mi cola, mi cuerpo tiene que salir de acá, tengo que llegar junto a él. El niño podrá comprender, fue un buen amigo, una compañía apreciable, un gran guardián, pero no tiene alas y no entiende lo que es volar, lo sencilla que podría ser mi felicidad de sol y viento. Y la vida enjaulada, de rutina y facilidad, las mismas sombras en la tarde, las mismas luces de la mañana, el mismo lugar siempre, siempre lo mismo. Alguien como yo entederá quees necesario el vuelo, la incertidumbre, el peligro. Alguien como yo, alguien como él, que asoma ya su cabeza, y duele tanto, pero quizá sea necesario también el dolor paraalcanzarlo.-

Los barrotes eran muy estrechos, pero el pájaro no dejó de esforzarse por salir.