martes, 5 de octubre de 2010

Se viene el invierno.

Bichito espinoso que no se da cuenta de lo que hace. De lo que hizo. De lo que sigue haciendo.

Bichito que se miente, que ignora ciertas cosas. Que lastima sin querer, que se olvida de sincerarse previamente a construir un edificio altísimo. ¡Qué bien se está en ese refugio, qué bonito, qué tibieza y resplandor! ¿Es justo, bicho, es sano, es bueno, está bien acaso, buscar el refugio por el refugio mismo, por la sensación de protección y seguridad?

¡Ay bicho boludo! Sin mirar adentro, sin la introspección que parecía estar tan bien entrenada, ya pensábamos que era un hábito más. Mentira, bicho falaz, no sabés nada, ¡no sabés nada de lo que te pasa, no sabés qué podés hacer ahora! No podés decir que tenés certezas, algo a lo cual aferrarte. Ciertamente, sinceramente, sos un caos de fuerzas y sentimientos, de miedos, de angustias, de ansiedades, y ahí también entre todo hay pequeñas felicidades. No te agarres de tus paredes de humo, no quieras prenderte del rocío matutino o de las penumbras de la aurora, ¡ay bicho ridículo, bicho Bovary! Romántico, soñador; bicho que no piensa y no reconoce lo que implica la cuota de realidad en la que decide moverse.

Bichito inconciente, distraído, egoísta. Egoísta sobre todo, egocéntrico, el bichito siempre tiene excusas que presentar, ¡qué calidad argumentativa bichito orador!, siempre buscando tener la razón, discutiendo contra todo y todos, y gritando tan alto que no escucha al resto; mirando lo distante, lo ilusorio, la lejana y estúpida utopía sin ver lo que lo rodea. No piensa en nadie más, siempre cuidando su pellejo, su desnuda y espinosa piel. Bicho asqueroso, por demás inconsciente frente a los acontecimientos cotidianos, es cierto; por demás tibio a la hora de razonar acerca de lo que se esconde en las pequeñas cositas, en las espontáneas palabras. Te fallaron los sentidos bicho, te faltó objetividad. Siempre.

Frialdad desubicada, bicho maldito; la frialdad se debería canalizar para otro lado, no para el refugio, no para los amigos. Mirate en frío, juzgate crudamente de una vez. Deberías haber aprendido, ingenuo bicho, a mirarte desde afuera y a criticarte sin temor. Y a escuchar los ecos internos, bicho sordo; y a mirar esas sombras que querés esconder; y a tener el valor, ¡cobarde bicho! de gritar eso que te quema.

Bichito que una vez dejó el caparazón para corretear feliz, jugar, reír, realmente saborear la felicidad; y tropieza y choca y molesta, torpe bicho. Cae, cae. Tonto bicho. Con o sin coraza, desde adentro o desde afuera del refugio, tonto tonto bicho. Dejaste agazapadas muchas cosas, dejaste que latan algunas, que crezcan otras. El bicho se ufanaba de su red de relaciones, ¡se hamacaba feliz!, hasta cantaba y pensaba que el futuro, ese bonito fantasma, era un gordo espectro manchado de pobreza, tiza y miel. Ahora, se estira un poco hacia un lado, trata de tantear y averiguar qué se mueve por ahí, en ese rincón oscuro, paulatinamente iluminado, ¡y zás! se enreda todo, se marea, se mira desnudo frente al espejo. Se materializa lo que estaba oculto, y las sombras seducen. Se vuelven luz, sobre el bicho, y el refugio se quiebra. Bicho pelotudo.

Bichito patético, basura, ponzoñoso sin saberlo, sin querer. A ver si aprendemos de una vez, a ver si cultivamos la sinceridad. Se viene el invierno bicho, se viene implacable esta vez. No te mereces el refugio, que te sirva de castigo el frío.

domingo, 3 de octubre de 2010

Acontecimientos

Se siente el cambio, se siente el crecimiento de esta nuestra relación, se siente que algo dentro mío está mejor, desinflamado, en activo proceso de purificación. Fue una buena idea, una excelente idea, la de aproximarse, la de superar las fronteras.

¿Coincidencias, casualidades? Este proceso viene a suceder (¡viene a suceder!) justo cuando me es necesario reunir todas las fuerzas posibles, toda la energía adormecida en algún rincón. La necesito, me necesito despierta y activa; y necesito a otros como compañeros, para que la soledad interior no me juegue en contra, y entre ellos vos por supuesto. No me dejen caer, no me dejemos caer.

Se viene un nuevo período rutinario de dedicación y entrega, de esfuerzo cotidiano. Voy, ¡vamos!, con todas las ganas de afrontarlo y las nuevas fuerzas que rescato de nuestra aproximación. Voy bien, optimista, vamos que esto recién empieza.

Lo que durante tanto tiempo representó para mí, en mí, algo cercano a la enfermedad, al delirio, a la ilusión (temblad, temblad, fuiste una ilusión) hoy me da alegría, me hace sonreír. Me dan ganas de vivir, como decís, activamente, sensiblemente, concientemente.

Hablarte hoy es terapia y caricia, que te importe lo que digo y hago, que me sigas importando, es tan bonito, tan sano. Yo también estoy en un proceso de rehabilitación, ¡que bueno!.