martes, 12 de agosto de 2008


¿Sabés que tengo este sabor amargo en la boca, ultimamente?
Será por callar tantas cosas, porque me doy cuenta de no se pueden decir.
Y no son, no te equivoques, no son las dulces palabras de un amor -si se gusta de la exageración-no correspondido, tampoco son las mundanas preocupaciones, los adolescentes dolores, los calambres y retorcijones de esta alma que crece y envejece.

Callo pequeñeces, de tan pequeñas que son, de tan poca importancia que le da el mundo.
Mis tesoritos, como mis joyas, como mis placeres... singulares, extravagantes, tan propios e íntimos, tan míos que me canso de no poder compartirlos.
(un poco por el miedo a que me los roben, además, sinceramente)


Pequeñas cosas, eh. Nada grave. No quiero ignorarlas, las tendré que guardar y dibujar y escribir. Retazos de este tiempo, mi yo de ahora hablando al futuro, gritando al yo que seré en unos años, ya las pequeñas cosas olvidadas.

("Por no tener con quién hablar, he acabado por no tener qué decir"... Jamás, hablaré con mi sombra de ser necesario, aunque claro...)


¿Con quién comparto el resplandor? ¿A quién le muestro las infecciones de mis pequeñas tristezas? (observad, leves mutilaciones, apenas perceptibles) ¿Y el sonido, el sonido dibujado en el aire, los colores que emana una nota cualquiera, una tierna ondita sonora surcando el aire y llegando a mí?

Y me encuentro de nuevo hablándome sola, porque hace años es así. Cada vez, las personas estan más lejos, más lejos de esto que siento.

Y no sé si será mejor o pero, 'lo que restringes en vos queda dentro y te envenena' , no quiero más veneno en mí...
Pero otra no queda, debo enumerar estas pequeñeces, darles color, hacerlas rimas... plasmarlas, expresarlas en algún lugar para que ... algún día, futuro y quizá lejano, sea yo de nuevo quien las revisa y las vuelva a sentir y las valore, así como ahora lo hago, como sólo yo lo hago.

No hay comentarios.: